Parafraseando a Habermas, el siglo XX es un siglo breve, pero se podría añadir, con razón, que también ha sido intenso. En su famosa conferencia, Habermas nos deja una muy pertinente e inquietante pregunta:
¿No aprendimos nada de las catástrofes de la primera mitad del siglo?
Habermas (“Nuestro breve siglo XX”)
Comprender el devenir de las ideas que atraviesan el siglo XX es una tarea muy difícil de resolver, pero de una urgencia incuestionable, porque son muchas las propuestas, muchas las corrientes entrelazadas, muchas y muy diferentes las personalidades que pretenden dar sentido a un sinfín de hechos históricos, políticos, sociales, culturales, etc., que están a la espera de ser interpretados desde un punto de vista filosófico que sea capaz de arrojar luz sobre las cuestiones de la vida humana que se desarrollan en nuestras sociedades modernas tecnificadas.
Intentaremos hacer un recorrido cómodo por algunas de las principales corrientes que se hacen indispensables para comprender este complejo siglo, con el objetivo de seguir intentando arrojar nuevas luces que nos permitan comprender el sentido de todo lo estudiado a lo largo del curso.
Este recorrido tiene su primera parada en en el pensamiento de Husserl y su fenomenológia trascendental, cuyas consecuencias derivan en nuevas actitudes que se enfrentan a su pasado reciente y que engloban al existencialismo en general. Pasaremos por un cápitulo un tanto atípico en el que nos detendremos sobre la filosofía analítica, con la que podremos entender mejor el pensamiento de los principales historiadores de la ciencia y de la filosofía hermenéutica. Desde ahí tomaremos un nuevo rumbo siguiendo los pasos de las filosofías que quieren dar respuesta a la cuestión de la posmodernidad, y terminaremos con el análisis del estructuralismo y las filosofías de la diferencia.
No es tan breve el viaje como propone Habermas, es verdad, pero os aseguro que es apasionante.
«Yo soy yo y mi circunstacia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo»
José Ortega y Gasset vivió preocupado por la situación de un país que se había quedado rezagado respecto del resto de países de Europa. Decía que «España es el problema, Europa la solución». Y ganas de contribuir a solucionarlo no le faltaron.
Ahora bien, el contexto histórico que le tocó vivir, un país destartalado, donde la crisis social y económica se unía de manera inseparable a una crisis política inagotable, es todo lo que tenemos que tener en mente si queremos entender su preocupación. No por otra cosa escribió «El ser humano no tiene naturaleza, lo que tiene es historia». Y es que la historia, la interpretación sobre los acontecimientos de tipo social, cultural, económico, político, etc. (razón histórica), a la manera en como lo entendían las filosofías hermeneúticas, es para él como un libro de texto que debíamos consultar antes de ponernos a pensar en cualquier solución.
Su intención no era otra que sacar a España de su situación de inferioridad cultural, y para ello consideraba que era necesario superar los fundamentos filosóficos de la modernidad, sobre los que se había asentado la concepción del ser humano y del mundo en el siglo XX. Para ello, Ortega tenía que lidiar con dos protagonistas que difícilmente suelen ir agarraditos de la mano. Es decir, por un lado, la razón (entendida al modo del racionalismo iniciado por Descartes), por el otro, lo irracional, que representa la «vida» misma. En esto es en lo que consiste su «raciovitalismo», en intentar unificar a ambos, porque la razón no lo es todo en la vida, y la vida tampoco consiste en ser irracional.
Para entender la importancia de la historia en su pensamiento, antes tenemos que hacer una parada por el contexto del siglo XX. Os puedo asegurar que en ninguno de los autores que hemos visto, su contexto, ha jugado un papel tan importante como lo juega en la filosofía de Ortega.
Y a partir de él vayamos hacia su pensamiento, sin dejar de lado la idea de que es imposible comprenderlo sin atender al resto de corrientes filosóficas del XX, que Ortega aglutina de un modo u otro.
Es muy recomendable que os acerquéis a su pensamiento cuanto antes con la actitud que él propone en su noción de «perspectivismo» (que ya conocéis por Nietzsche).
Todo esto le lleva a concebir a la filosofía como la herramienta indispensable para propiciar ese cambio tan urgente que necesitan nuestras sociedades. Pero la filosofía requiere de un esfuerzo doloroso e integral. Para empezar a comprender mi circunstacia, según él, debo entender primero la «totalidad» en la que se enmarca mi proyecto vital. Es decir, hay que analizar primero la «vida» en su totalidad, para decubrir los fundamentos de ésta. Se trata de una tarea «radical», dura, que genera frustración, que implica un esfuerzo inaudito por parte de cada uno de los individuos para comprender su mundo y a sí mismos.
La obra de referencia, es decir, el texto que habría que comentar en la Evau, sale de «El tema de nuestro tiempo» (del capítulo 10, concretamente). Fijáos en lo que él mismo escribe sobre su obra unos años después:
«Yo he publicado un libro en 1923 que, con cierta solemnidad, tal vez la madurez de mi existencia me invitaría hoy a no emplearla. Se titula El tema de nuestro tiempo; en ese libro, con no menos solemnidad, se declara que el tema de nuestro tiempo consiste en reducir la razón pura a razón vital».
Suele ser recomendable empezar por su primera obra «Meditaciones del Quijote«. En ella ya se encuentran muchas de las ideas que desarrollará después. Sin embargo, cuando yo empecé a estudiar a Ortega, me fascinó su obra «¿Qué es Filosofía?«. Me ayudó mucho a entender un montón de cuestiones de filosofía que no conseguía conectar entonces, hasta que llegué a él. Leer a Ortega es un placer, no por otra cosa él mismo decía que «la claridad es la cortesía del filósofo». Si te ha empezado a interesar su pensamiento, tampoco puedes dejar de pasar por su magnífica obra «La rebelión de las masas«, así entenderás mucho mejor la configuración de las actuales sociedades modernas y postmodernas.
En lo tocante a las producciones audiovisuales, creo que ya está tardando la versión orteguiana de «Mientras dure la guerra» (2019), de Amenábar. Esta peli es imprescindible como reflejo de lo que sucedía en nuestro país en la época de Unamuno y Ortega, que pasaron por vicisitudes políticas y sociales con muchos paralelismos (aunque sus ideas son contrapuestas en muchos aspectos), y a quienes la historia ha colocado como los dos máximos exponentes de la filosofía en España.
Eso sí, podemos permitirnos el lujo de escucharle cual youtuber de nuestros tiempos. Es lo que tiene la tecnología que tanto criticamos a veces, que nos permite traer directamente a nuestros tímpanos las frecuencias propias que generaban las palabras de un filósofo tan importante como Ortega:
El vídeo sale de este documento, que no tiene desperdicio:
Qué queréis que os diga, a mí me parece un lujo contar con éstas píldoras de conocimiento que vienen directamente del cuerpo de su autor. A menudo se tiende a idealizar la vida de los filósofos, y esto afecta incluso a su corporeidad. Tendemos a imaginarnos cómo de profunda sonaría su voz, cuál sería su extravagante pose, su manera de vestir, etc. Después descubrimos que se trata de personas normales y corrientes. Al final, la pinta de Ortega no es otra que la de un tipo español de su época.
Y por último, este famoso documental. Deberíais aprovechar estos días para verlo:
«El Hoyo» (2019), de Galder Gaztelu-Urrutia, es una muy buena metáfora de lo que significa la lucha de clases. Es una distopía imprescindible para comprender la configuración de este sistema capitalista que Marx denuncia incansablemente:
Si queremos ponernos en la piel de un pensador como Marx, absolutamente convencido de que el poder centralizado del Estado basado en la supresión de las libertades individuales es el mejor arma para mantener el control de los ciudadanos bajo la coartada de la seguridad, «La vida de los otros», de 2006, dirigida por Florian Henckel, es una muestra perfecta de como una sociedad puede llegar a permanecer completamente alienada y no solo en su trabajo. Esta cinta representa muy bien cuáles pueden ser las consecuencias de la acción de un gobierno diseñado para limitar al máximo la libertad de los individuos:
Por otro lado está el clásico «La Ola». Una peli de 2008 dirigida por Denis Gansel que no pasó desapercibida. Muestra perfectamente lo peligrosas que pueden resultar ciertas interpretaciones sobre la cuestión de cómo debemos organizar nuestras sociedades. Nos recuerda también lo delgada que es a veces la línea que separa la participación política activa de la ciudadananía de las actitudes más totalitarias, y cómo del pueblo mismo pueden surgir a veces los sistemas políticos más crueles e inhumanos:
Para terminar con Marx, ahora que tenéis tiempo, no dejéis de ver, si no lo habéis hecho ya, este otro clásico: «Novecento», una maravillosa película dirigida por Bernardo Bertolucci en 1976. En ella podemos ver el desarrollo histórico de las ideologías de las que habla Marx, que se gestan en el siglo XIX y se extenderán a lo largo del siglo XX:
En el caso de Nietzsche, suele citarse otro clasico, «La Soga», dirigida por el gran Alfred Hitchcock en 1948. El nudo de la acción transcurre a partir de un debate en torno al concepto nietzscheano de Übermensch (Superhombre). Muestra muy bien las consecuencias que pueden derivarse de una interpretación errónea de sus teorías:
«El Sacrificio» de Tarkovski, que data de 1986 está llena de referencias a los pricipales conceptos de la filosofía de Nietzsche. Las referencias a «Así habló Zaratustra» son explícitas. En ella quedan reflejados muy certeramente conceptos como el nihilismo y el eterno retorno. Valga esta primera escena como ejemplo de interpretación axiológica del eterno retorno de lo idéntico:
«Eyes wide shut» (1999), del gran Satanley Kubrik, representa muy bien esa contraposición entre las dos fuerzas que, según Nietzsche, gobiernan el mundo: la figura de Apolo (que repesenta el orden, lo racional) frente a la de Dionisos (que representa lo oculto, lo misterioso, lo irracional, la embriaguez, el placer desmedido, etc). Está plagada de simbología que incita a la interpretación. A mí juicio es una gran «métafora» que hay que desntrañar. Ya hemos hablado de lo importante que es en Nietzsche la metáfora como forma del conocimiento:
Y, por último, no podemos olvidarnos de otra maravillosa película: «El club de la lucha». Está plagada de referencias al modo de vida nihilista propio de las sociedades actuales. Es un buen ejemplo de lo que Nietzsche quería decir cuando nos hablaba de la «moral de rebaño» y muestra ciertas actitudes que nos hacen reflexionar sobre el concepto de «voluntad de poder«. La cinta de David Fincher data también de 1999 y es un documento imprescindible:
Otra película que estudia el efecto del nihilismo en la sociedad es «Crash» (1996), de David Cronenberg. Una historia un poco atípica:
Si os gustan las pelis de esas que te dejan tocado y no sabes bien por qué, os recomiendo «Anticristo» (2009), del controvertido director Lars Von Trier. ¡Ojo! Esto es cine de altos vuelos, desde luego no apto para todos los públicos. Tened en cuenta que el director la filmó una vez que superó una gran depresión existencial. Esta película (tengo que confesarlo, para mí la mejor película de lo que llevamos de siglo XXI) es una brutal manera de trasladar el famoso mensaje de Nietzsche: «el cristianismo es hostil a la vida«. Mucho cuidado, es una película muy fuerte. Si te consideras una persona sensible y no quieres salir de tu estado emocional de calma,no veas esta película. Quedáis avisados, luego no vengáis a decirme que tenéis pesadillas por mi culpa.
Dejemos a Nietzsche y vayamos a un autor que no entra en el temario, al que algunos ni siquiera consideran como filósofo, y que, sin embargo, es un pensador fundamental para entender el siglo XX. Nos referimos a Freud, el padre del Psicoanálisis. Freud, junto con Marx y Nietzsche, ya lo hemos dicho, son los grandes diagnosticadores de la enfermedad que aflige a la sociedad de la época contemporánea. Lo cierto es que la figura de Freud ha sido abordada desde el terreno audiovisual en muchas ocasiones. Esta peli es solo un ejemplo entre muchos:
De hecho, acaba de salir una nueva serie de la que todo el mundo habla maravillas. A mi juicio, no es lo que esperaba. Refleja muy levemente el espíritu de Sigmund Freud. Demasiada ficción, pero da para entretenerse un rato.
La filosofía de Ortega y Gasset tiene una serie de conceptos que pueden ilustrarse también a través del cine. Por ejemplo, el de «perspectivismo«. El clásico «Rashomon» (1950) de Akiro Kurosawa, representa muy bien una reflexión sobre la verdad a partir del concepto de perspectiva:
Pero también es un buen ejemplo de perspectivismo la película «Las vidas posibles de Mr Nobody» (2009), de Jaco Van Dormael. En ella también hay un análisis de la existencia humana entendida como «cúmulo de posibilidades» que enlaza perfectamente con la corriente existencialista que surge en el siglo XX, corriente muy cercana al pensamiento inclasificable de Ortega:
De una manera menos ortodoxa, el drama escenificado en «Enter de void» (2009), de Gaspar Noé, es otra ilustración de perspectivismo aplicado al cine. La peli es de lo más hipnótico que he visto en una pantalla. Cuidado también con esta peli, el nivel de psicodelia sobrepasa niveles que pueden herir la sensibilidad del espectador:
Otra las preocupaciones de Ortega es la «sociedad de masas«. Me viene a la mente la película «Network» (1976), dirigida por Sidney Lumet, cuyo discurso final tenéis que visionar ahora mismo, sin más dilación:
Y llegamos a Habermas, el último de los filósofos que vamos a estudiar. En él encontramos el más concienzudo análisis actual sobre los mecanismos en los que se fundamenta la democracia moderna, deudora de una sutilísima teoría crítica de la sociedad ya avanzada por el resto de pensadores de la Escuela de Frankfurt.
«Mi nombre es Harvey Milk» (2008), dirigida por Gus Van Sant, es una película que no podéis dejar de ver:
Esa necesidad de una teoría crítica social encaminada a detectar las deficiencias de nuestras sociedades actuales con la intención de transformarlas en sociedades más justas, queda justificada en títulos como: «El Odio» (1995), de Mathieu Kassovitz:
O «Salto al vacío» (1995), de Daniel Calparsoro:
Saliéndonos un poco más del marco cinematográfico, no quiero dejar pasar la oportunidad de recomendar una de mis series favoritas, «Black Mirror». Ninguna temporada tiene desperdicio, pero como su visionado no implica una continuidad (cada capítulo es una historia diferente), os recomiendo empezar por: «Caída empicado», el primer episodio de la tercera temporada. En él hay un seria reflexión sobre el modo en que nos comunicamos, así que podemos tomarla como referencia cuando queramos entender por qué Habermas siente la necesidad de establecer una «ética dialógica«.
Esta serie da para otra entrada, ¡qué digo yo otra entrada!, ¡da para otro blog completo!
Como los temas filosóficos tratados en ella abundan por doquier, dejo a vuestro juicio la categorización de cada uno de sus capítulos en un concepto filosófico de los hemos estudiado a lo largo del curso. Si aceptáis el reto, ya sabéis donde encontrarme.
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