Habermas: de lo que se trata es de comunicarnos.

The European Madhouse

Terminamos la serie de pensadores con Jürgen Habermas, uno de los representantes más destacados de la filosofía del siglo XX que sigue dando la batalla también en el siglo XXI.

Es el último representante destacable de la famosa Escuela de Frankfurt, una corriente de pensadores que desarrollaron un pensamiento crítico con la sociedad contemporánea con el objetivo de llevar a cabo, aunando Filosofía y Sociología, una transformación de la sociedad, partiendo de algunos de los presupuestos del materialismo histórico de Marx.

Podríamos decir que su filosofía es una filosofía integradora, que pretende armonizar las nuevas y revolucionarias ideas que surgieron en el siglo XIX con los acontecimientos que ellas mismas propiciaron a lo largo del siglo XX. Su preocupación por la comunicación, la propia de los seres racionales que pueblan nuestras sociedades contemporáneas y que es la base sobre la que hay que fundamentar una ética, sigue siendo una preocupación que es lícito extender hasta nuestros días.

La crisis de las «filosofías», la crisis de la legitimación de los estados contemporáneos así como la crisis del positivismo jurídico, son solo tres aspectos de los muchos que empujaron a nuestro autor a elaborar una nueva teoría social que proporcionase un programa emancipador del individuo, centrado en el análisis de la comunicación y la importancia de la participación política, entendiéndolos como medios para lograr una teoría capaz de trasnformar nuestras actuales sociedades, y las herramientas con las que construir un mundo más justo, bajo la máxima de que el intercambio de argumentos entre miembros de una sociedad es la base de la libertad.

La clave estaría en elaborar un nuevo modelo de racionalidad vinculada al lenguaje y la comunicación. Y su principal motivación para ello es esta:

«Tengo un motivo intelectual fundamental: la reconciliación de una modernidad descontenta consigo misma» .

(Habermas: Ensayos Políticos)

Este es el objetivo de su Teoría de la acción comunicativa, mediante la cual denuncia la tensión, la contradicción y el conflicto continuo de las sociedades contemporáneas organizadas en torno al binomio Mercado-Estado, dos conjuntos institucionales que dejan de lado los procesos de entendimiento entre los individuos para centrarse en aquellos aspectos económico-administrativos que son la base de las injusticias sociales, y que degradan las relaciones personales debido a su capacidad abrumadora para elaborar muy diversas y efectivas formas de alienación del individuo.

Con esto, y una vez que repaséis el contexto histórico, estamos listos para adentrarnos en su pensamiento. Aquí tenéis los apuntes:

Es cierto que su lectura no es una lectura de las más amenas de la filosofía, al menos no en su totalidad. Pero hemos tenido suerte con el texto, porque se trata de un texto que sale de una obra sumamente interesante:

Tenéis que ir al último capítulo: ¿Qué significa «Política deliberativa»?, y ahí encontraréis «Tres modelos normativos de democracia», de donde saldrá el texto que habría que comentar en la Evau.

No dejés de pasaros por otras obras suyas muy relevantes:

En «Conocimiento e interés», además de una teoría muy interesante sobre los intereses que se esconden detrás de las diferentes ramas del conocimiento (un tema muy candente, a tenor de las circunstancias actuales), encontraréis una mini historia de la filosofía que es un intento por aclarar los presupuestos de la filosofía de Marx (también su relación con Hegel) y su influjo en el pensamiento del siglo XX.

Tampoco dejés de pasaros, si tenéis fuerzas y tiempo, por su «Teoría de la acción comunicativa» y su «Ética del discurso», si queréis profundizar.

No os asustéis, si queréis empezar con algo más light, Habermas tiene para todos. Podéis echarle un vistazo a este ensayito que os resultará muy útil para entender el siglo XX, tal y como lo ve él:

En el post correspondiente de Cine y Filosofía (Bloque III), os he señalado algunas ficciones que pueden servirnos para comprender el espíritu de Habermas. No obstante, si queréis conocerle en su salsa, aquí lo tenéis, recogiendo el premio Kluge (el Nobel de la Filosofía) en 2015. No olvidéis activar los subtítulos:

Ortega y Gasset: o de la necesidad de la reconstrucción de un país.

«Yo soy yo y mi circunstacia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo»

José Ortega y Gasset vivió preocupado por la situación de un país que se había quedado rezagado respecto del resto de países de Europa. Decía que «España es el problema, Europa la solución». Y ganas de contribuir a solucionarlo no le faltaron.

Ahora bien, el contexto histórico que le tocó vivir, un país destartalado, donde la crisis social y económica se unía de manera inseparable a una crisis política inagotable, es todo lo que tenemos que tener en mente si queremos entender su preocupación. No por otra cosa escribió «El ser humano no tiene naturaleza, lo que tiene es historia». Y es que la historia, la interpretación sobre los acontecimientos de tipo social, cultural, económico, político, etc. (razón histórica), a la manera en como lo entendían las filosofías hermeneúticas, es para él como un libro de texto que debíamos consultar antes de ponernos a pensar en cualquier solución.

Su intención no era otra que sacar a España de su situación de inferioridad cultural, y para ello consideraba que era necesario superar los fundamentos filosóficos de la modernidad, sobre los que se había asentado la concepción del ser humano y del mundo en el siglo XX. Para ello, Ortega tenía que lidiar con dos protagonistas que difícilmente suelen ir agarraditos de la mano. Es decir, por un lado, la razón (entendida al modo del racionalismo iniciado por Descartes), por el otro, lo irracional, que representa la «vida» misma. En esto es en lo que consiste su «raciovitalismo», en intentar unificar a ambos, porque la razón no lo es todo en la vida, y la vida tampoco consiste en ser irracional.

Para entender la importancia de la historia en su pensamiento, antes tenemos que hacer una parada por el contexto del siglo XX. Os puedo asegurar que en ninguno de los autores que hemos visto, su contexto, ha jugado un papel tan importante como lo juega en la filosofía de Ortega.

Y a partir de él vayamos hacia su pensamiento, sin dejar de lado la idea de que es imposible comprenderlo sin atender al resto de corrientes filosóficas del XX, que Ortega aglutina de un modo u otro.

Es muy recomendable que os acerquéis a su pensamiento cuanto antes con la actitud que él propone en su noción de «perspectivismo» (que ya conocéis por Nietzsche).

Todo esto le lleva a concebir a la filosofía como la herramienta indispensable para propiciar ese cambio tan urgente que necesitan nuestras sociedades. Pero la filosofía requiere de un esfuerzo doloroso e integral. Para empezar a comprender mi circunstacia, según él, debo entender primero la «totalidad» en la que se enmarca mi proyecto vital. Es decir, hay que analizar primero la «vida» en su totalidad, para decubrir los fundamentos de ésta. Se trata de una tarea «radical», dura, que genera frustración, que implica un esfuerzo inaudito por parte de cada uno de los individuos para comprender su mundo y a sí mismos.

La obra de referencia, es decir, el texto que habría que comentar en la Evau, sale de «El tema de nuestro tiempo» (del capítulo 10, concretamente). Fijáos en lo que él mismo escribe sobre su obra unos años después:

«Yo he publicado un libro en 1923 que, con cierta solemnidad, tal vez la madurez de mi existencia me invitaría hoy a no emplearla. Se titula El tema de nuestro tiempo; en ese libro, con no menos solemnidad, se declara que el tema de nuestro tiempo consiste en reducir la razón pura a razón vital».

Suele ser recomendable empezar por su primera obra «Meditaciones del Quijote«. En ella ya se encuentran muchas de las ideas que desarrollará después. Sin embargo, cuando yo empecé a estudiar a Ortega, me fascinó su obra «¿Qué es Filosofía?«. Me ayudó mucho a entender un montón de cuestiones de filosofía que no conseguía conectar entonces, hasta que llegué a él. Leer a Ortega es un placer, no por otra cosa él mismo decía que «la claridad es la cortesía del filósofo». Si te ha empezado a interesar su pensamiento, tampoco puedes dejar de pasar por su magnífica obra «La rebelión de las masas«, así entenderás mucho mejor la configuración de las actuales sociedades modernas y postmodernas.

En lo tocante a las producciones audiovisuales, creo que ya está tardando la versión orteguiana de «Mientras dure la guerra» (2019), de Amenábar. Esta peli es imprescindible como reflejo de lo que sucedía en nuestro país en la época de Unamuno y Ortega, que pasaron por vicisitudes políticas y sociales con muchos paralelismos (aunque sus ideas son contrapuestas en muchos aspectos), y a quienes la historia ha colocado como los dos máximos exponentes de la filosofía en España.

Eso sí, podemos permitirnos el lujo de escucharle cual youtuber de nuestros tiempos. Es lo que tiene la tecnología que tanto criticamos a veces, que nos permite traer directamente a nuestros tímpanos las frecuencias propias que generaban las palabras de un filósofo tan importante como Ortega:

El vídeo sale de este documento, que no tiene desperdicio:

https://www.rtve.es/alacarta/videos/archivo-historico/jose-ortega-gasset/2915714/

Qué queréis que os diga, a mí me parece un lujo contar con éstas píldoras de conocimiento que vienen directamente del cuerpo de su autor. A menudo se tiende a idealizar la vida de los filósofos, y esto afecta incluso a su corporeidad. Tendemos a imaginarnos cómo de profunda sonaría su voz, cuál sería su extravagante pose, su manera de vestir, etc. Después descubrimos que se trata de personas normales y corrientes. Al final, la pinta de Ortega no es otra que la de un tipo español de su época.

Y por último, este famoso documental. Deberíais aprovechar estos días para verlo:

Casi se me olvidaba el vocabulario 😉

Esto va de cine y filosofía. Bloque III.

Intervención pedagógica “con” el Cine. Película “La Ola”
Fotograma de «La Ola» Denis Gansel, 2008.

«El Hoyo» (2019), de Galder Gaztelu-Urrutia, es una muy buena metáfora de lo que significa la lucha de clases. Es una distopía imprescindible para comprender la configuración de este sistema capitalista que Marx denuncia incansablemente:

Si queremos ponernos en la piel de un pensador como Marx, absolutamente convencido de que el poder centralizado del Estado basado en la supresión de las libertades individuales es el mejor arma para mantener el control de los ciudadanos bajo la coartada de la seguridad, «La vida de los otros», de 2006, dirigida por Florian Henckel, es una muestra perfecta de como una sociedad puede llegar a permanecer completamente alienada y no solo en su trabajo. Esta cinta representa muy bien cuáles pueden ser las consecuencias de la acción de un gobierno diseñado para limitar al máximo la libertad de los individuos:

Por otro lado está el clásico «La Ola». Una peli de 2008 dirigida por Denis Gansel que no pasó desapercibida. Muestra perfectamente lo peligrosas que pueden resultar ciertas interpretaciones sobre la cuestión de cómo debemos organizar nuestras sociedades. Nos recuerda también lo delgada que es a veces la línea que separa la participación política activa de la ciudadananía de las actitudes más totalitarias, y cómo del pueblo mismo pueden surgir a veces los sistemas políticos más crueles e inhumanos:

Para terminar con Marx, ahora que tenéis tiempo, no dejéis de ver, si no lo habéis hecho ya, este otro clásico: «Novecento», una maravillosa película dirigida por Bernardo Bertolucci en 1976. En ella podemos ver el desarrollo histórico de las ideologías de las que habla Marx, que se gestan en el siglo XIX y se extenderán a lo largo del siglo XX:

En el caso de Nietzsche, suele citarse otro clasico, «La Soga», dirigida por el gran Alfred Hitchcock en 1948. El nudo de la acción transcurre a partir de un debate en torno al concepto nietzscheano de Übermensch (Superhombre). Muestra muy bien las consecuencias que pueden derivarse de una interpretación errónea de sus teorías:

«El Sacrificio» de Tarkovski, que data de 1986 está llena de referencias a los pricipales conceptos de la filosofía de Nietzsche. Las referencias a «Así habló Zaratustra» son explícitas. En ella quedan reflejados muy certeramente conceptos como el nihilismo y el eterno retorno. Valga esta primera escena como ejemplo de interpretación axiológica del eterno retorno de lo idéntico:

«Eyes wide shut» (1999), del gran Satanley Kubrik, representa muy bien esa contraposición entre las dos fuerzas que, según Nietzsche, gobiernan el mundo: la figura de Apolo (que repesenta el orden, lo racional) frente a la de Dionisos (que representa lo oculto, lo misterioso, lo irracional, la embriaguez, el placer desmedido, etc). Está plagada de simbología que incita a la interpretación. A mí juicio es una gran «métafora» que hay que desntrañar. Ya hemos hablado de lo importante que es en Nietzsche la metáfora como forma del conocimiento:

Y, por último, no podemos olvidarnos de otra maravillosa película: «El club de la lucha». Está plagada de referencias al modo de vida nihilista propio de las sociedades actuales. Es un buen ejemplo de lo que Nietzsche quería decir cuando nos hablaba de la «moral de rebaño» y muestra ciertas actitudes que nos hacen reflexionar sobre el concepto de «voluntad de poder«. La cinta de David Fincher data también de 1999 y es un documento imprescindible:

Otra película que estudia el efecto del nihilismo en la sociedad es «Crash» (1996), de David Cronenberg. Una historia un poco atípica:

Si os gustan las pelis de esas que te dejan tocado y no sabes bien por qué, os recomiendo «Anticristo» (2009), del controvertido director Lars Von Trier. ¡Ojo! Esto es cine de altos vuelos, desde luego no apto para todos los públicos. Tened en cuenta que el director la filmó una vez que superó una gran depresión existencial. Esta película (tengo que confesarlo, para mí la mejor película de lo que llevamos de siglo XXI) es una brutal manera de trasladar el famoso mensaje de Nietzsche: «el cristianismo es hostil a la vida«. Mucho cuidado, es una película muy fuerte. Si te consideras una persona sensible y no quieres salir de tu estado emocional de calma, no veas esta película. Quedáis avisados, luego no vengáis a decirme que tenéis pesadillas por mi culpa.

Dejemos a Nietzsche y vayamos a un autor que no entra en el temario, al que algunos ni siquiera consideran como filósofo, y que, sin embargo, es un pensador fundamental para entender el siglo XX. Nos referimos a Freud, el padre del Psicoanálisis. Freud, junto con Marx y Nietzsche, ya lo hemos dicho, son los grandes diagnosticadores de la enfermedad que aflige a la sociedad de la época contemporánea. Lo cierto es que la figura de Freud ha sido abordada desde el terreno audiovisual en muchas ocasiones. Esta peli es solo un ejemplo entre muchos:

De hecho, acaba de salir una nueva serie de la que todo el mundo habla maravillas. A mi juicio, no es lo que esperaba. Refleja muy levemente el espíritu de Sigmund Freud. Demasiada ficción, pero da para entretenerse un rato.

La filosofía de Ortega y Gasset tiene una serie de conceptos que pueden ilustrarse también a través del cine. Por ejemplo, el de «perspectivismo«. El clásico «Rashomon» (1950) de Akiro Kurosawa, representa muy bien una reflexión sobre la verdad a partir del concepto de perspectiva:

Pero también es un buen ejemplo de perspectivismo la película «Las vidas posibles de Mr Nobody» (2009), de Jaco Van Dormael. En ella también hay un análisis de la existencia humana entendida como «cúmulo de posibilidades» que enlaza perfectamente con la corriente existencialista que surge en el siglo XX, corriente muy cercana al pensamiento inclasificable de Ortega:

De una manera menos ortodoxa, el drama escenificado en «Enter de void» (2009), de Gaspar Noé, es otra ilustración de perspectivismo aplicado al cine. La peli es de lo más hipnótico que he visto en una pantalla. Cuidado también con esta peli, el nivel de psicodelia sobrepasa niveles que pueden herir la sensibilidad del espectador:

Otra las preocupaciones de Ortega es la «sociedad de masas«. Me viene a la mente la película «Network» (1976), dirigida por Sidney Lumet, cuyo discurso final tenéis que visionar ahora mismo, sin más dilación:

Y llegamos a Habermas, el último de los filósofos que vamos a estudiar. En él encontramos el más concienzudo análisis actual sobre los mecanismos en los que se fundamenta la democracia moderna, deudora de una sutilísima teoría crítica de la sociedad ya avanzada por el resto de pensadores de la Escuela de Frankfurt.

«Mi nombre es Harvey Milk» (2008), dirigida por Gus Van Sant, es una película que no podéis dejar de ver:

Esa necesidad de una teoría crítica social encaminada a detectar las deficiencias de nuestras sociedades actuales con la intención de transformarlas en sociedades más justas, queda justificada en títulos como: «El Odio» (1995), de Mathieu Kassovitz:

O «Salto al vacío» (1995), de Daniel Calparsoro:

Saliéndonos un poco más del marco cinematográfico, no quiero dejar pasar la oportunidad de recomendar una de mis series favoritas, «Black Mirror». Ninguna temporada tiene desperdicio, pero como su visionado no implica una continuidad (cada capítulo es una historia diferente), os recomiendo empezar por: «Caída empicado», el primer episodio de la tercera temporada. En él hay un seria reflexión sobre el modo en que nos comunicamos, así que podemos tomarla como referencia cuando queramos entender por qué Habermas siente la necesidad de establecer una «ética dialógica«.

Esta serie da para otra entrada, ¡qué digo yo otra entrada!, ¡da para otro blog completo!

Como los temas filosóficos tratados en ella abundan por doquier, dejo a vuestro juicio la categorización de cada uno de sus capítulos en un concepto filosófico de los hemos estudiado a lo largo del curso. Si aceptáis el reto, ya sabéis donde encontrarme.

Nietzsche: nada más que Voluntad de Poder.

«Yo no soy un hombre, soy dinamita»

«El “mundo verdadero” es una Idea que ya no sirve para nada, que ya ni siquiera obliga, una Idea que se ha vuelto inútil, superflua; en consecuencia es una Idea que ha sido refutada: eliminémosla. (Día claro; desayuno, vuelta del sentido común y de la serenidad alegre; Platón se pone rojo de vergüenza y todos los espíritus libres arman un ruido de mil demonios.)» [Nietzsche: «El ocaso de los ídolos. O cómo se filosofa con el martillo»].

Nietzsche es el otro gran agitador de conciencias de la edad contemporánea. Si Marx sacudió las bases de la teoría económica, política y social del siglo XVIII, Nietzsche hace lo propio en el siglo XIX (ya a las puertas del XX) y en un sentido superlativo. La crítica de Nietzsche no va dirigida contra un aspecto concreto del ser humano y su cultura, sino contra la cultura occidental en bloque, que abarca desde Sócrates hasta nuestros días.

Para Nietzsche, la Historia de la Filosofía no es más que la historia de un error. Junto a Marx y Freud, él aporta su gran sospecha: desenmascarar que la historia de las ideas es la historia de una gran mentira cuya coartada está basada en una deformación lingüistica malintencionada que persigue objetivos morales.

«Todo lo que los filósofos han venido manejando desde hace milenios fueron momias conceptuales, de sus manos no salió vivo nada real»

Está convencido de que los valores heredados de la Ilustración van en contra de la vida (que es lo más sagrado para él), y que «todos los problemas de la filosofía no son sino un problema de valores».

Él piensa que es necesario coger todos esos valores que la filosofía había instaurado con tanto esfuerzo, tirarlos por la borda, y constituir unos nuevos acorde con el nuevo tipo de ser humano, capaz de darse realmente así mismo las normas en un acto de voluntad libre y plena muy alejado del ideal ilustrado. Para ello basará su pensamiento en una categoría primordial: la voluntad de poder.

«Todo en el mundo es voluntad de poder y nada más que voluntad de poder»

Por eso para él se hace necesario una actitud capaz de «filosofar a martillazos», destruyendo una concepción del mundo y del ser humano que arranca en Sócrates, continúa a través de los siglos en el cristianismo, atraviesa la filosofía de Kant y del socialismo, y llega hasta nuestros días. Esta concepción del mundo que ha imperado a través de los siglos consiste en una desvaloración de los aspectos que procuran una vida plena, en pos de la invención de un mundo imaginario inexistente que pone todos los valores supuestamente deseables en un lugar inaccesible para un ser que aún se encuentra a medio camino de alcanzar su propia superación, su plena transformación.

Lo cierto es que, en su pensamiento, la línea que divide la filosofía de la literatura es demasiado delgada, e inexistente a veces. Sus obras reflejan una habilidad para la metáfora que excede el campo de la filosofía y se funde con el del arte. Y por eso el ser humano es para él, en sentido pleno, el «artista».

Así que toca leer, pues solo adentrándonos en sus metáforas podremos desvelar un pensamiento que (parafraseando al autor), aunque camina con pies de paloma, puede gobernar el mundo. Si aún no has tenido el placer de acercarte a uno de sus textos, ahora es el momento de hacerlo (esto ya no es una recomendación académica sino personal), no dejes pasar más tiempo sin zambullirte de lleno en su universo. Pero antes, date una vuelta por el resumen de su pensamiento:

No hemos tenido mala suerte, porque el posible texto de la Evau saldrá de una obra crucial en el pensamiento contemporáneo, «La Gaya Ciencia» (concretamente del libro V, fragmentos 343 al 346) . Es, según él mismo, el más personal de todos sus libros. No obstante, si tenemos que señalar otra obra suya como principal, tendremos que dirigir nuestra mirada hacia «Así habló Zaratustra«. Esta obra es, a mi juicio, la más enigmática obra del mundo contemporáneo, como él mismo dice, «un libro para todos y para nadie». Tampoco dejéis pasar la oportunidad de disfrutar de una lectura rápida y contundente con títulos tan fascinantes como «Sobre verdad y mentira en sentido extramoral» (un breve ensayo que yo incluiría en en código penal como de obligada lectura para todo ser humano). Y si lo que buscas es una vía directa a la desgarradora literalidad de su subjetividad, sigue a través de «Ecce homo» y «El anticristo«.

Por supuesto que la cultura audiovisual contemporánea se ha hecho eco de este complejo personaje tan «humano, demasiado humano». Me viene a la cabeza «El día que Nietzsche lloró» (2007), de Pinchas Perry, basada en una novela homónima que, con toda la libertad poética del mundo, une las vidas de nuestro filósofo con otro de los más importantes pensadores contemporáneos, Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis.

También me acuerdo de esta peculiar cinta que data de 2001 y está dirigida por Júlio Bressane:

Y del ya clásico «Más allá del bien y del mal», dirigida por Liliana Cavani en 1977:

Sin ser una biografía, esta película del 2011, dirigida por Béla Tarr y Ágnes Hranitzky, se inspira en uno de los personajes que acompañarán a Nietzsche en una de las escenas de su vida más recordada, por lo que resulta muy interesante como documento para entender cómo era el mundo que rodeaba a nuestro autor y que él tanto criticaba:

Y para terminar no podemos pasar por alto el género documental, recomendando el visionado del primer capítulo de la afamada serie «Humano, demasiado humano» de la BBC:

Por último, ya sabéis, echadle siempre un vistazo a su vocabulario antes de poneros a estudiarlo a fondo:

Marx: «… de lo que se trata es de transformarlo».

«Lo único que sé es que no soy marxista»

Comenzamos el siguiente bloque con el primero de los pensadores de una serie de los más revolucionarios e influyentes filósofos de la edad contemporánea.

Hace no demasiado tiempo nombrar a Marx era sinónimo de jugarte la vida. Hoy, afortunadamente no es así, y lo único que provoca cuando se pronuncia su nombre es cierta incomodididad que les predispone a unos a contraatacar con toda la vehemencia posible los principios sobre los que se asienta su filosofía. Otros, se predispondrán en el sentido contrario, preparados para abrazar sin condiciones todo aquello que venga de la pluma del sabio barbudo. Es decir, que su capacidad para remover conciencias es asombrosa e indiscutible.

De esta capacidad para provocar las más profundas adhesiones y aversiones eran conscientes ambos cuando escribieron:

«Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes». (Marx y Engels: «Manifiesto comunista» 1848)

Porque Marx no trabajó solo. A su lado estuvo siempre su amigo Engels, el cual, paradógicamente, como por arte de magia, ha sido injustamente olvidado por la historia de la filosofía…y casi por todas las personas. La proximidad conceptual de uno y otro y el enorme influjo de su pensamiento en la historia de las ideas, dan lugar a un sin fin de derivaciones e interpretaciones con las que la filosofía, la economía y la política se han nutrido desde entonces. Esto explica que, cuando se le preguntaba a Marx qué opinaba acerca de lo que algunos políticos supuestamente seguidores de sus teorías entendían por marxismo, respondiera que, de ser así, él no era marxista.

El pensamiento de Marx es más actual que nunca, toda vez que la cuestión sobre la validez del sistema capitalista es un debate que apenas acaba de comenzar. El caso es que el marxismo sigue vivo, y seguirá estando vivo mientras su opuesto (la defensa del capitalismo) lo esté.

La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas” (Karl Marx)

Pero aquí nos ocupamos solo de una región del amplio expectro marxiano (que no marxista). Nos referimos a su faceta filosófica, que es, a mi juicio, la más abarcante, en el sentido de que, son sus planteamientos filósoficos los que han de extenderse a la política, a la economía y a la sociología.

Marx nos ayudó a quitarnos una venda de los ojos, y nos instó a que colocásemos la venda sobre otros ojos que sí que no debían ver nada, los de la justicia.

El Roto

Junto a Nietzsche y Freud, se lo sitúa como «filósofo de la sospecha». Quizá sea este el mejor regalo que pueda hacernos un filósofo: darnos herramientas para que nos sobrevenga la sospecha. En su caso, Marx nos invitó a desconfiar de un sistema que, habiendo nacido con la intención de desarrollar ciudadanos libres e iguales, sin embargo, no hacía otra cosa que generar miseria, crear súbditos, cada vez más privados de su libertad, de su identidad, y cada vez más desiguales entre sí.

El Roto

Cuando se lee que en el año 2019 la fortuna de los multimillonarios aumentó un 12% mientras que la de la mitad más pobre se redujo en un 11%, y que el 1% más rico de la población mundial acaparó el 82% de la riqueza generada, mientras que la mitad más pobre no se benefició en absoluto, no deja de acordarse uno de las lecciones del sabio barbudo, y no puede evitar representárselo dentro de su cabeza repitiendo una y otra vez la misma idea: «os lo dije».

Lo cierto es que, con la misma vehemencia con la que sus ideas fueron expandiéndose y aplicándose a los sistemas políticos de numerosas lugares en todo el mundo, una serie de catastróficas desdichas (por utilizar un eufemismo), fueron refutando la validez de las mismas.

Pero el hecho de que tuviera razón o no ya no es el debate en cuestión, sino que lo que él consiguió es poner el debate sobre la validez del capitalismo en el centro del pensamiento, y eso es incuestionable.

El Roto

Ahora bien, sus ideas acerca de lo que es, en esencia, el ser humano son difícilmente refutables:

“La esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo; es, en realidad, el conjunto de las relaciones sociales”. (Tesis VI contra Feuerbach).

¿Quién no ha sentido alguna vez que sus obligaciones diarias le separan a uno de su verdadero ser? ¿Quién no ha sentido alguna vez la necesidad de querer escapar de todo? ¿Quién no ha tenido ganas alguna vez de protagonizar una revolución?, y ¿quién no ha necesitado alguna vez volver a encontrase con uno mismo? Si lo más esencial al ser humano es la relación que establece con la naturaleza, transformándola, explotándola en su justa medida, en un acto de libertad y responsabilidad (aquí está la clave de su materialismo), ¿cómo es que ésta se le vuelve ajena, cómo si no tuviera nada que ver con uno mismo? ¿Cómo hemos llegado a una situación tal que la naturaleza, con todos los sujetos incluidos dentro, no es otra cosa que mercancía con la que generar un beneficio? Y la más importante: ¿quién se está quedando ese gran beneficio?

Algunas de estas preguntas son las que sobrevuelan el resumen de su pensamiento, que os dejo aquí:

Como es costumbre ya en algunos autores, viene precedido por una introducción al contexto histórico y socio-cultural que describe el ambiente del que surge nuestro filósofo:

Si queréis introduciros más aún en su vida, os dejo una película del 2017 dirigida por Raoul Peck, que os ayudará bastante:

Internet está plagado de información sobre él y sobre su influjo posterior. Basta con echarle un vistazo al siguiente documental:

Si os gusta el manga, aquí tenéis una serie que no está nada mal:

Si un texto suyo cayera en la Evau, sería de su Introducción (Apartado A, [1] Historia) a «La ideología alemana«, escrita por el tándem Marx-Engels entre 1845 y 1846, que no se publicó hasta 1932. En este texto se encuentran muchas de las tesis principales del materialismo histórico.

Para los que deseen ampliar, aquí os dejo las «Tesis sobre Feuerbach«, publicadas en 1888, también «El capital«, y su famoso «Manifiesto Comunista» 1848 (directamente a la página 23).

Finalmente, nada como tener a mano un buen vocabulario (cortesía de Boulesis) para que los tecnicismos no detengan vuestro progreso:

¡Estudiantes del mundo, aprended!

Filosofía audiovisual: ver, oír y aprender.

Hace tiempo que tenía pendiente una entrada de este tipo, en la que reunir unas cuantas «utilidades» que se ajusten a la tendencia creciente de adquirir conocimiento via contenido audiovisual.

Ante todo, tengo que decir que nunca podré entender como alguien prefiere ver un vídeo sobre lo que alguien ha escrito en lugar de leer directamente lo que ha escrito con tanto esmero ese alguien. Pero no soy tan ingenuo como para no darme cuenta de lo preciado que es el tiempo y de que la necesidad aprieta.

Sin entrar a juzgar más a fondo la cuestión, ahí va un buen pack de herramientas para que el estudio de la filosofía pueda convertirse en otra cosa distinta a la inexorable conjunción de unos ojos mirando un papel. Sustituyamos el papel por placas de vidrio retroiluminado, añadámosle el sentido del oído, y procuremos ampliar nuestros horizontes cognoscitivos.

Ya hemos hablado en alguna ocasión de Unboxing Philosophy, un clásico que nunca falla.

Pero hay más.

Deberíais pasaros de vez en cuando por Adictos a la Filosofía a pasar un buen rato y a aprender filosofía sin dejar de lado el sentido del humor.

Hace mucho tiempo que en Argentina se ha dado cuenta de que la filosofía no es incompatible con la televisión. Hay varios programas a destacar. A mi me gusta Filosofía aquí y ahora.

Y no menos Mentira la verdad.

Es una delicia poder contar con explicaciones de las del tipo que podéis encontrar en La fonda filosófica

o en Lluna Pineda.

A veces es conveniente traer a la memoria acontecimientos del pasado para poder comprender mejor el pensamiento de determinados autores y corrientes. Es decir, que en ocasiones está bien recurrir a la historia para contextualizar los pensamientos de los filósofos. Aquí, en Pero esto es otra historia, encontraréis píldoras de conocimiento muy valiosas.

Y si te quedas con ganas de reflexionar sobre aquellas cuestiones filosóficas que se encuentran más cerca de la ciencia que de la historia, no puedes dejar de pasar por Quantum Fracture.

En fin, me viene a la cabeza alguna más del tipo de Un profesor, o la serie Grandes Filósofos, muy útiles. Pero de momento tenéis para bucear por la red un rato.

Dadles las gracias a todos por su trabajo si tenéis ocasión.

Rousseau: el buen salvaje ilustrado.

«Prefiero ser un hombre de paradojas que un hombre de prejuicios» .

Casi todos los historiadores señalan que la vida de este filósofo ginebrino no es más que una serie de catastróficas desdichas. Rousseau, un polímata del s. XVIII, quiso ser músico, y aunque compuso algunas obras, no le salió bien. Quiso ser pedagogo, pero el destino quiso que abandonase a su prole una y otra vez, hasta en cinco ocasiones. También quiso ser popular y querido por todos, un influencer, vaya. Y esto…, esto lo consiguió en cierto modo, aunque nunca llegó a disponer del ánimo y carisma necesarios para ser aceptado socialmente. Nunca se quitaría de encima la etiqueta de «nerd».

En él conviven el caracter de hombre ilustrado, capaz de ejercer un gran influjo en toda la filosofía posterior a él (sobre todo en Kant), con una inestabilidad mental y emocional que le llevó a encerrarse en sí mismo hasta el punto de convertirse en su propio objeto de investigación científica. Su pensamiento era capaz de movilizar a las masas (véase el escaso tiempo que pasa desde «El Contrato social» de 1762 hasta la Revolución parisina de 1789) y, al mismo tiempo, ganarse la enemistad con el más relevante de los filósofos de la época, el gran Voltaire, quién no escatimó en recursos de ningún tipo para desacreditar al ginebrino.

Rousseau no es solo racionalista, empirista, romántico o idealista. Rousseau es más que eso. Por eso unos y otros lo reclaman como suyo, porque no es más que una personalidad forjada a sí misma.

Suele decirse que su pensamiento encaja perfectamente con el de la Ilustración en general. Y a pesar de que esto es cierto, no deja de ser llamativa la continua disputa que mantiene con todos ellos. Él se negaba a aceptar que el «progreso» es aquello de lo que sus contemporáneos hablaban. Para él, ese modo de estar en el mundo no había hecho más que corromper al ser humano, alejando al individuo de su esencia; vivir conforme a la naturaleza.

«Todo es perfecto cuando sale de las manos de Dios, pero todo degenera en las manos del hombre» (Emilio o de la educación, 1762)

Repasemos primero cuál era el ambiente en el que surge este pensador con un breve resumen de la Ilustración:

Y si lo que te pide tu naturaleza de homo videns es poner en marcha tus neuronas de otra forma, aquí os dejo un fantástico documental en dos partes que os introducirá visual y conceptualmente en la época:

Y ya podéis acercaros al resumen de su pensamiento:

Aquí hacemos hincapié en su pensamiento político, ya que se le considera como uno de los teóricos más importantes del periodo ilustrado. En él abundan reflexiones en torno a la naturaleza humana, la ciencia, las artes, la sociedad, el poder, la soberanía, el bien común, la voluntad general, la libertad, la igualdad, la educación, el progreso, etc. Conceptos sin los que no es posible entender el desarrollo posterior de la filosofía.

Rousseau es otro que se deja leer, así que aquí os dejo el «Discurso sobre las ciencias y las artes» con el que tan famoso se hizo, el «Emilio o de la educación» , sus «Confesiones», de lectura altamente recomendada, y su principal obra, «El Contrato social», de la cual sale el texto a comentar en la Evau (del libro primero, capítulos 6 y 7, concretamente).

Hume: los límites del conocimiento humano.

«Nada es más libre que la imaginación humana». David Hume.

Filósofo, economista, psicólogo, historiador…, aunque sobre todo, Hume es un ilustrado. Como tal, su saber por las más diversas cuestiones relacionadas con la naturaleza humana es notablemente extenso, casi abrumador. Pero ¿cómo es posible esto tratándose de un pensador que sostiene que no podemos estar seguros de nada de lo que tenemos por real?

¿Qué es lo que conocemos realmente? ¿Hasta dónde se pueden extender las creencias que tenemos sobre el mundo? ¿Cuánto condicionan nuestros prejuicios la percepción que tenemos de la realidad? La postura de Hume ante estos interrogantes nos sitúa en una incertidumbre de la que es difícil salir, porque nos adentra en el territorio del escepticismo. ¿O acaso tú tienes un argumento válido, que no esté basado en el hábito o la costumbre, con el que puedas demostrar hechos del futuro tales como que el sol saldrá mañana? Si lo tienes, sospecha de él, porque el problema parece estar ya resuelto. A menos que seas un mutante con una variación genética desconocida o tengas una bola de cristal…

Según el escocés, los filósofos han estado manejando conceptos falsos sin explicar claramente qué es lo que sucede en nuestra conciencia cuando elaboramos esas ideas.

«No existen ideas, de las que aparecen en metafísica, más oscuras e inciertas que aquellas de poder, fuerza, energía o conexión necesaria, las cuales surgen siempre en todas nuestras disquisiciones» (Investigación sobre el entendimiento humano)

Esto es lo que ha pasado con conceptos como sustancia, necesidad, causalidad, dios, ect. Está claro que esto es muy peligroso, porque si no se aclaran ciertos conceptos sobre el ser humano y su realidad, estamos expuestos al error o, peor, a la manipulación. Por ejemplo, la idea que tenemos del yo, la identidad o subjetividad, la mente, el espíritu, etc, podría ser falsa; en el mejor de los casos, porque la otra opción es que ni siquiera exista y no sea más que una invención de tu imaginación.

Nos enfrentamos a un pensamiento altamente provocador, que cuestiona radicalmente la ideas que nos formamos sobre el mundo y sobre nosotros mismos.

«El principal obstáculo a nuestro progreso en las ciencias metafísicas o morales es, así pues, la oscuridad de las ideas, y la ambigüedad de los términos» (Investigación sobre el entendimiento humano)

Su afán es aislar de la filosofía aquellos conceptos oscuros, innecesariamente complejos y anti-intuitivos. La Filosofía no puede tener otra ocupación que no sea «la naturaleza humana»; en toda su extensión, sí, pero desde un punto de vista práctico, alejado de los grandes sistemas del racionalismo. Hume quiere dotar a la filosofía de un caracter antimetafisico, liberarla de vanas especulaciones y centrarla en investigar aquellas cuestiones que pueden reducirse a la experiencia que tenemos de ellas. La experiencia es la única fuente válida de conocimiento y además es su límite.

Este espíritu empirista no nace de repente en este autor sino que es la culminación de una «actitud» que a lo largo de los siglos XV, XVI y XVII se había ido instalando en el modus operandi de filósofos como Locke, Berkeley y Hobbes, y científicos como Copérnico, Galileo y Newton.

Por eso esta entrada trae primero un resumen de esta corriente, que no puede entenderse sin contraponerla a la corriente racionalista que ya hemos estudiado.

La principal aportación de Hume a la filosofía se resume en descubrir que las ideas sobre los grandes problemas de la filosofía no eran otra cosa sino «ficciones» que fabrica la imaginación humana y que, por lo tanto, son absolutamente cuestionables.

«Las disputas con hombres que se obstinan en mantener sus principios a toda costa son las más molestas de todas, quizá con la excepción de aquellas que se tienen con individuos enteramente insinceros que en realidad no creen en las opiniones que están defendiendo, y que se enzarzan en la controversia por afectación, por espíritu de contradicción y por el deseo de dar muestras de poseer una agudeza y un ingenio superiores a los del resto de la humanidad» (Investigación sobre los principios de la moral).

Su investigación empírica, siguiendo los pasos de Newton, le llevará a sostener que los límites de nuestra mente son mucho más estrechos de lo que pensábamos y que la única vía filosófica clara que nos queda por seguir es la «ciencia del ser humano», fundada en su «emotivismo moral» que, obviamente, no puede tener su origen en la razón, sino en el sentimiento.

Aquí os dejo el resumen de su pensamiento, para completar con los apuntes:

Aquí tenéis una selección de textos de su «Investigación sobre el entendimiento humano» de 1748. El texto completo lo tenéis aquí. Ojo a la sección VII «De la idea de conexión necesaria», parte II, porque es de aquí de donde sale el texto a comentar en la Evau. Os dejo también la «Investigación sobre los principios de la moral» (según él, su mejor obra) por si queréis ampliar. Y uno de sus ensayos más conocidos:

Esto va de cine y filosofía. Bloque II.

«El doctor Frankenstein«, James Whale (1931)

Cuando Frankenstein aprende por primera vez que «las cosas flotan en el agua», no duda en coger a la niña y lanzarla al lago. ¿Podemos culparle por su acción moral? ¿Qué hace que una acción moral pueda ser valorada como buena o mala? ¿Se presupone que debe haber un «sujeto» detrás de una acción para que sea moral? ¿Qué es un sujeto? Demasiadas preguntas para una sola película.

Vamos a hacer un recorrido por aquellos retratos audiovisuales que pueden ayudarnos a entender el pensamiento de determinados autores del periodo que denominamos «modernidad», que va desde el Renacimiento hasta la Ilustración.

Empezamos con Maquiavelo, quien representa mejor que nadie el giro en el pensamiento que se produce durante el renacimiento. Son muchos, muchísimos los ejemplos audiovisuales en los que inspirarnos para comprender la filosofía del florentino. Ya hemos comentado la serie «Juego de Tronos«, pero hay otras en las que también deberíamos fijarnos. Recientemente me he topado con esta serie, The Path, en la que me he encontrado una actitud francamente maquiavélica en muchos de sus personajes:

La serie «House of cards» es otro gran ejemplo que ilustra a la perfección como conseguir el poder y conservarlo, cumpliendo una serie de preceptos, muy en la línea de lo expuesto en el «El Príncipe»:

No te preocupes si no eres capaz de sentarte para ver una serie durante horas y horas. Te recomiendo una peli que también te servirá para introducirte en el pensamiento de Maquiavelo en «El Príncipe». Me refiero a «Bréxit» (2019), de Toby Haynes:

Si queréis acercaros un poco al pensamiento de Martín Lutero, podéis echarle un ojo a «Lutero» (2003), dirigida por Eric Till:

Si es un suplicio para tí comprender el intento de matematización de lo real que arranca en el Renacimiento y alcanza su máxima expresión en el racionalismo, con Descartes, Spinoza y Leibniz a la cabeza, tienes que ver «Pi. Fe en el caos» (1998). Es la historia de un sujeto obsesionado con los números. Son muchas las escenas en las que parece que lo que sufre es un clarísimo caso de posesión racionalista. La peli tiene una trama interesante: ¿Qué haríais vosotros en su lugar su hubiéseis descifrado el código numérico secreto para descodificar el sistema bursátil? Lo cierto que es este director (Darren Aronofsky) tiene otros títulos muy interesantes. Merece la pena que les echéis un ojo.

Sobre Descartes, ya hemos señalado en otro lugar alguna referencia, como la de su bio pic. Un tanto viejuno, sí, pero vale perfectamente.

Aún así, se suelen citar determinados títulos cuando se habla del racionalismo y del empirismo en general. La nueva concepción sobre el ser trae consigo nuevos debates que alcanzan su máxima expresión no solo en Descartes, sino también en Hume. Podemos señalar a «Matrix» (1999), de los Wachowski Brothers:

Y a la imprescindible «Blade Runner» (1982), dirigida por Ridley Scott y basada parcialmente en la novela de Philip K. Dick «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?». Sobran las palabras…

Pero hay otros títulos también muy célebres como «Ex Machina» (2014), de Alex Garland, en la que se analizan ideas sobre la relación entre el alma y el cuerpo:

Y «Origen» (2010), de Christopher Nolan, en la que la duda métodica sobrevuela constantemente durante toda la trama. ¿Como podemos discernir entre lo que es real y lo que no? ¿Qué poder tiene nuestra imaginación? Recordemos que para Hume, «Nada es más libre que la imaginación humana».

Ya sabemos que la filosofía tardía de Hume abandona ciertos presupuestos comunes a la modernidad para dedicarse a cuestiones más típicas de ilustrados. La ilustración, el gran siglo de las luces, ha sido tratado a nivel cinematográfico en innumerables ocasiones. Aquí vamos a quedarnos con tres títulos que creo que servirán para la entender la manera en la que influye el pensamiento de autores como Locke, Rousseau y Kant en desarrollo histórico político y social de los siglos XVII y XVIII. El primero es «Un pueblo y su rey» (2018), de Pierre Schoeller , quien nos introduce majestuosamente en la época de la revolución francesa, que es la consecuencia directa de la actitud ilustrada desarrollada a lo largo del s.XVIII.

Si lo que te apetece es hacerte un ciclo temático sobre la revolución francesa, empieza por ver «María Antoniette» (2006), de Sofía Coppola, que lo deja donde empieza «Un pueblo y su rey»:

Y termina con «Adiós a la Reina» (2012), de Benoît Jacquot, que tiene como telón de fondo esos primeros días tras la toma de la Bastilla:

Si lo que te gusta es el cine que te hace reflexionar a partir de hechos morales, llevándolos a sus máximas consecuencias (al más puro estilo kantiano), Kim ki Duk es la solución, porque consigue siempre colocarte en un dilema ético y te obliga a reflexionar de manera radical sobre los conceptos de «deber» y «libertad». Os recomiendo empezar por «Samaritan girl» (2004):

Y lo mismo ocurre con la filmografía de Thomas Vinterberg, de quien recomiendo «Submarino» (2010):

Pero en Kant no todo es una cuestión de deber, a veces se trata de poder. Su filosofía nace con la intención clara de determinar los límites del conocimiento humano. ¿Qué puedo conocer? ¿Hasta dónde podemos extender el pensamiento? ¿Debe tener límites la ciencia? Son cuestiones que están muy bien tratadas en «Proyecto Lázaro» (2016), de Mateo Gil, que no solo nos recuerda a Kant, sino a todas las corrientes filosóficas que hemos visto y que polemizaban sobre el dualismo alma-cuerpo.

Maquiavelo: o de cómo el fin puede justificar los medios.

«Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos» Nicolás Maquiavelo

Sí, es cierto. Maquiavelo nunca llegó a pronunciar la famosa frase: «El fin justifica los medios». Todo lo más cerca que estuvo de decir esto fue cuando en el capítulo XVIII de «El Príncipe«, escribió:

«Cuando se trata, pues, de juzgar el interior de los hombres, y principalmente el de los príncipes, como no se puede recurrir a los tribunales, es preciso atenerse a los resultados: así lo que importa es allanar todas las dificultades para mantener su autoridad; y los medios, sean los que fueren, parecerán siempre honrosos y no faltará quien los alabe. Este mundo se compone de vulgo, el cual se lleva de la apariencia, y sólo atiende al éxito: el corto número de los que tienen un ingenio perspicaz no declara lo que percibe; sinó cuando no saben a que atenerse todos los demás que no lo tienen»

Al parecer la frase «El fin justifica los medios» la popularizó el mismísimo Napoléon Bonarte cuando, al terminar de leer un ejemplar de la obra, la escribió en la última hoja, a modo de reflexión personal final.

En cualquier caso, no es esto lo relevante, teniendo en cuenta que Napoleón no iba nada desencaminado en sus conclusiones.

La filosofía de Maquiavelo se encuadra en un momento histórico preciso que se concibe como una transición desde el mundo medieval al mundo moderno. Por eso es necesario entender en qué consiste este periodo denominado Renacimiento y de qué manera afecta al modo de hacer filosofía, antes de volcarnos de lleno en el estudio de un pensador que escribió una obra que revolucionó el pensamiento político y que ha sido y sigue siendo una referencia para cualquiera que quiera entender los entresijos de la teoría política.

Por eso esta entrada viene con un resumen complementario que ayuda a entender el contexto conceptual e histórico del que surge nuestro autor. Como en otras ocasiones, recomiendo empezar por aquí:

Pero no solo es destacable su teoría política sino que Maquiavelo consigue afianzar una nueva concepción del hombre muy diferente de la que la tradición había mantenido, entendiéndolo como un ser eminentemente institivo, programado para hacer el mal siempre que tenga oportunidad de hacerlo. Es evidente que su experiencia vital no debió estar dominada por el optimismo. De esta idea del ser humano intrínsecamente perverso es de donde podemos deducir su realismo político, que no es otra cosa que la consecuencia inmediata de la separación de la Política de las cuestiones morales y teológicas. Independizar a la Política de dogmas ético-teológicos: algo muy revolucionario y muy provocador para la época.

“Un hombre que siempre quiera hacer profesión de bueno fracasará inevitablemente entre tantos que no lo son

Aquí os dejo el resumen de su pensamiento:

Pero como no solo de letras vive el hombre, ahí va una de series que ilustran muy bien cuáles son los procesos y los resultados que resultan de la aplicación de lo expuesto por Maquiavelo en «El Príncipe».

Me refiero a esta famosísima producción audiovisual, que representa a las mil maravillas qué tipo de circunstancias pueden empujar al gobernante a hacer todo lo posible por perpetuarse en el poder:

No se me ocurre mejor representación del tipo de virtudes que defiende Maquiavelo.

Hay que tener en cuenta que él se inspiró en la figura de César Borgia, cuya familia llegó a invitar a cenar a sus enemigos con la excusa de firmar la paz, cuando su verdadera intención era liquidarles más fácilmente.

«Un vaso de vino con César Borgia», de John Collier.

Nada despreciable es la escena en la que Tyrion Lannister se entera de la masacre que ha sufrido la casa de los Stark a manos de la Casa de los Frey. Lo difícil aquí es determinar cuál de todos los personajes representa mejor el pensamiento Maquiavelo:

Porque todos los personajes, tanto los extremadamente «buenos» como los infinitamente «malvados», han seguido a pies juntillas los consejos del florentino. Incluso el personaje que, creo yo, más bondad transmite al espectador (John Snow), ha tenido ocasión de mostrar esa faceta «amoral» de la que debe hacer gala un Príncipe: