
Decir que estamos ante uno de los pensadores más influyentes de la historia de la filosofía puede parecer un simple adorno retórico para presentar a este autor. Se dice de demasiados filósofos pero cuando se dice de Kant, es más verdadero que cuando se dice de otros. Porque Kant no solo es la cumbre de la Ilustración, ni siquiera solo la cumbre del pensamiento moderno, sino que Kant es, en sí mismo, la cumbre del pensamiento racional.
El giro subjetivista que había protagonizado Descartes y que había puesto patas arriba la historia de las ideas, provocando el debate entre racionalistas y empiristas, encuentra su inevitable destino en el giro copernicano que protagoniza Kant. Hume, a quien Kant denomina como su «despertador del sueño dogmático» ,en el que había caído tras la lectura de las obras de los racionalistas, avisó de que el conocimiento no era posible porque no podemos conocer las causas de nuestras impresiones, y por ello, no podemos conocer el mundo. La razón quedaba en un callejón sin salida. Kant representa el intento de sintetizar las posturas recionalistas con las empiristas, para sacar a la razón de ese callejón. Por eso defendío una postura intermedia que garantizaba la validez de la razón, al tiempo que establecía claramente cuáles eran sus límites.
Su filosofía se denomina «Idealismo trascendental» y lo que viene a sostener es que existen los objetos del mundo no por sí mismos, sino porque hay un sujeto que los percibe y los piensa. El espacio, el tiempo y las categorías son las herramientas que el ser humano pone para que sea posible el conocimiento. Digamos que son el equipamiento cognitivo de serie con el que nos manejamos en el mundo. Esto quere decir, que sin sujeto que conoce no puede existir nada cognoscible, nada que no se ajuste a estas intuiciones puras (espacio y tiempo) y se someta a las categorías.
La filosofía de Kant es una antropología filosófica. Esto quiere decir que la mayor preocupación de Kant era poder determinar qué es el ser humano, cuáles son sus capacidades, sus obligaciones y sus expectativas. Para ello va a someter a la razón a uno de los más exahustivos exámenes que hasta ahora se habían realizado. La intención de Kant es, sobre todo, dotar a la razón de un campo de acción determinado y justificado, para justificar así una de las disciplinas filosóficas más antiguas y cuestionadas, la Metafísica. El resultado es un fracaso clarísimo. La razón no es esa facultad infalible que el racionalismo nos había descrito. Pero tampoco es un instrumento inservible. La clave está en distinguir claramente los dos ámbitos de la racionalidad; su uso teórico y su uso práctico. El uso teórico nos demostrará como la razón es inservible para tratar los problemas clásicos de la metafísica, aunque demostrará tambíen como, inevitablemente, la razón pugna por abrir un nuevo campo específico en el que sí podrán tener sentido determinados objetos, el ámbito de la razón en su uso práctico.
Pero no hagamos más espoiler. Estudiémosle con paciencia, sin desesperación. Ya sabemos que nos enfrentamos a uno de los pensamientos más complejos y mejor sistematizados de la historia de la filosofía pero aquí os dejo un dificilísimo intento de resumir su pensamiento:
Igual que pretendo que os acerquéis a las obras de otros autores con una mayor confianza en que encontraréis algo de placentero en su lectura, no os voy a engañar aquí, diciendo que Kant es uno de los que se deja leer. Al menos no en lo relativo a sus obras principales: «Crítica de la Razón Pura» y «Crítica de la Razón práctica» (y esto no ocurre tanto con la segunda como con la primera). Sin embargo es un escollo que tenemos que superar en algún momento, si queremos comprender la filosofía después de él; ¡y la anterior! Por eso es recomendable que comencéis calentando motores con la lectura de algunos de sus artículos (aquí os dejo algunos), antes de enfrentarnos a la introducción de la Crítica de la Razón Pura, de donde sale el texto a comentar en la Evau:
Os dejo aquí también el vocabulario:
Debe estar conectado para enviar un comentario.