Descartes: un punto y aparte.

«Puede ser, no obstante, que me engañe, y a caso lo que me parece oro puro y diamante fino, no sea sino un poco de cobre y vidrio»

Ciertamente estamos ante uno de los titulares indiscutibles en el juego de la Historia de la Filosofía. Ningún entrenador prescindiría de él. Con gran modestia, Descartes es capaz de producir una fractura tan grande en el pensamiento que, cuando hoy hablamos de filosofía, lo más probable es que rápidamente aparezca su frase más famosa: «Pienso, luego existo». Lo que suele dar para romperse la cabeza un rato, seas aficionado o no a practicar la filosofía. Y aún siendo cierto que en realidad esa no es la expresión que mejor refleja su talante filosófico.

Ser un punto y aparte en el devenir del pensamiento occidental no es cosa sencilla, aunque él hace que lo parezca. La claridad y la distinción que él exige a sus certezas, le son también exigidas a su prosa. Su lectura resulta muy cercana, muy humana y muy viva . No deja uno de imaginarse la escena del señor Descartes, con su bata, sus pantunflas y su mantita, en su sillón, junto a su estufa, en un fría noche de invierno en cualquier recóndito lugar de Alemania, lejos de su casa y de sus amigos. Quién sabe qué cosas son las que decoran esa estancia, y que provocan semejante cascada de pensamientos a partir de un simple trozo de una vela. Quién sabe si se trataba de una vela ya agotada. Quién sabe el tiempo que llevaría en ese estado en el que él se lo encuentra, antes de obligarle a transformarse en cera líquida.

Lo que sí sabemos es que su pensamiento ha dejado una huella imborrable tanto en las las matemáticas como en la filosofía. Y en disciplinas tan dispares como la óptica, la física, la medicina, etc.

Tenemos suerte de que haya existido un tipo como Descartes. Y eso teniendo en cuenta la cantidad de objeciones a las que está expuesto su pensamiento. Sin embargo debemos agradecerle algo que siempre es digno de alabanza, venga de quien venga. Me refiero a la valentía. Lanzarse a escribir todo lo que le pasa a uno por la cabeza puede ser siempre gratificante, si se escribe bien y si se hace para uno mismo o en confianza con otros. La cosa cambia cuando quien te lee puede convertirse en tu mayor peligro. Hace falta valor para situarse en el centro de la escena intelectual de Europa, decirles a todos que lo que han enseñado hasta entonces es sospechoso de ser falso, y no perder la integridad en el intento. Yo creo que la valentía, si se reviste de elegante elocuencia y se alía con la inteligencia, es otra cosa que está en un nivel superior.

El resumen que os dejo de su pensamiento está precedido por una introducción al racionalismo. Porque todo tiene una explicación, un contexto que aclara muchas cosas, y el pensamiento de Descartes no iba a ser menos.

Aquí el resumen de su pensamiento.

Ni que decir tiene que tampoco voy a dejar escapar esta ocasión para que redirijas tu mirada directamente al texto. Además, siendo tan fácil como es ponerte en contacto directo con René, que está a un solo clic. Te diré que el «Discurso del método» es una obra muy accesible. La mayor parte del tiempo es amena, incluso. También te diré que las «Meditaciones metafísicas» te sorprenderían bastante, sobre todo si eres de los que tienden a deternerse en los detalles de las cosas. Descartes no te exige que sepas demasiadas cosas sobre filosofía. Le gusta hacerse entender, así que seguro que el rato que pases con él va a ser provechoso.

Sería interesante que viérais la peli que filmó para la televisión francesa Roberto Roselini en 1974, «Cartesius«. Casi nada. Es cierto que os debe gustar mucho el cine para que resulte tan satisfactoria como su lectura. Si conseguís pasar de los créditos de inicio sin cagaros de miedo, os aseguro que merecerá la pena. Al menos podemos ponerle cara y voz a tan singular sujeto.